domingo, 30 de noviembre de 2008

Sentirse así

Hacía tiempo que no me sentía así... me pasó una vez, a los 15 años más o menos. Con el tiempo y después de pensar mucho en ello llegué a la conclusión de que había tenido una depresión. Por lo visto son más comunes de lo que parece entre los adolescentes... recuerdo que llegaba del instituto y me metía en la cama. Salía de la cama para cenar, y después volvía a dormir hasta levantarme para ir a clase. Y así pasaba absolutamente todos los días. Recuerdo que una amiga venía a veces, me despertaba y casi me obligaba a hacer alguna cosa como hablar, jugar al tenis...


Ahora me siento igual. Solo me apetece meterme en la cama, taparme hasta la cabeza y dormir.


Durmiendo no piensas en nada, no tienes que hacer nada.


Le echo la culpa a la presión. Tengo que aprobar los dos exámenes que me quedan... y esa asignatura horrible que me tiene loca... si no lo hago seré una decepción para todos: mis padres, mi novio... para mí misma.


A veces pienso: joder, no es tan difícil... solo tienes que estudiar. Tienes tiempo. No tienes nada que hacer en todo el día, en toda la semana. Sólo estudiar. Y es verdad... no sé por qué evito estudiar, si no es para tanto... Quizás me da miedo terminar esta etapa de mi vida... ser oficialmente una adulta que tiene que trabajar para mantenerse, pagar facturas, llevar una casa y una pareja adelante...


Pienso que quizás si tuviera a alguien con quien hablar de esto... pero no hay nadie. Mis padres ni pensarlo... nunca hemos tenido ninguna conversación acerca de lo que yo pienso, siento, etc. solo conversaciones del tipo "qué tal te ha ido el día", "deberías hacer esto" o "vas a hacer esto". Mis hermanas no creo que me entiendan... una es una loca perdida que pasa absolutamente de todo y vive el presente sin pensar para nada en el futuro... y así le va... y la otra es demasiado egocéntrica y no-empática para comprender a los demás... no tengo amigos... solo gente con la que salgo y amigos que eran íntimos hace tiempo y que hace mucho que no hablo con ellos... Y mi novio... antes podía contar con él, pero ultimamente no puedo. Para nada. Es incluso peor que mis padres. Él solo me presiona, me presiona y me presiona. Se pasa el día diciéndome que estudie, que no hago nada, que siempre estoy perdiendo el tiempo... y ni siquiera puedo sacar el tema de que estoy mal, porque me corta enseguida para decirme que estudie y ya está. Así de fácil.


Por dios, yo sé que es fácil. Que son solo tres asignaturas. Que solo tengo que estudiar un poco todos los días y así me irá bien. Pero no sé por qué no puedo hacerlo. Todos los días me digo: hoy vas a estudiar. Pero siempre termino buscándome excusas para no hacerlo, y cuando me pongo a ello, duro dos segundos porque me agobio enseguida. A la vez que leo en mi cabeza rebotan las palabras: "no vas a aprobar", "esto es muy difícil", "nunca vas a conseguir meter todo esto en tu cabeza"... ya no sé qué hacer...


Supongo que seguiré intentándolo... espero que haberlo contado me ayude... ya que nadie parece querer oírme, supongo que vale con escribirlo...


En fin, si esperais que este blog sea de otra forma, no entreis en mi cabeza, porque es un lugar confuso, indeciso y bastante triste normalmente.


Os veo en mi cabeza.

lunes, 24 de noviembre de 2008

La impronta humana

Con cierto temblor, el caballero arrojó todo su peso contra la vieja puerta oxidada. Había atravesado numerosas dependencias del torreón hasta llegar a este último obstáculo en una búsqueda que había durado desde que él era capaz de recordar. Detrás de esa puerta, le dijo la voz que le acompañaba (y que no sabía si procedía de fuera o de dentro de él), se encuentran muchas de las respuestas que había estado buscando: quién era, cuál era su historia, qué puntos fuertes y débiles contenía el cuerpo en el que se encontraba y cuál podría ser su futuro. También había aprendido de esa voz que antes de poder encontrar respuestas a esas preguntas tendría que superar algún obstáculo situado más allá de la puerta. Cuando se enfrentara a ese obstáculo, uno de sus poderes se vería puesto a prueba hasta el máximo.

Se quedó muy sorprendido cuando la puerta se abrió fácilmente, revelando una cámara gigantesca y poco iluminada. Se trataba de una biblioteca, conteniendo legajos almacenados en estantes, que se extendían hacia el fondo, más allá de lo que su vista era capaz de alcanzar. Cerca había una mesa y sobre ella un trozo de papel y un lote de velas, una de ellas ya encendida. Junto a la biblioteca había una sala de menores dimensiones. En su interior una cama recién hecha y toda una serie de cajas llenas de alimentos en conserva, suficientes para mantener a un ser humano durante un plazo de tiempo indefinido.

Un sentimiento de inquietud y temor hizo al caballero volver a la biblioteca. Elevó cautelosamente su espada y su escudo y buscó durante algún tiempo entre las numerosas filas de estantes. No apareció ningún dragón ni monstruo semejante. Finalmente, tomó uno de los legajos y lo llevó hasta la mesa. Ni en la parte externa del legajo ni en los estantes había ninguna marca o señal que guiase su elección. Cuando lo abrió, descubrió que contenía caracteres para él desconocidos. No obstante, el papel contenía un esquema que le permitió traducirlos a su propio idioma. Desgraciadamente, el mensaje carecía de sentido. Estaba lleno de términos que no era capaz de entender con referencias a otros legajos de los que no se daba localización.

El caballero gritó con ira: - ¿Dónde están las respuestas que se me prometieron?

- En los legajos, por supuesto - le respondió la voz casi de inmediato.

- Pero entonces, ¿qué legajo debo leer? - preguntó el caballero desesperado.

- Todos ellos, todos ellos - fue la respuesta.

Entonces el caballero se dio cuenta de golpe de que la cualidad que se iba a ver sometida a prueba no era ni su rapidez ni su valentía, sino su paciencia.

Contempló de nuevo la inmensa sala anhelando poder enfrentarse a un dragón. La única respuesta fue un silencio intemporal. Con un profundo suspiro se quitó la armadura, la dejó en una esquina junto a sus armas y, tras sentarse lo más cómodamente que pudo, comenzó a descifrar el primer legajo.

El caballero nos representa a nosotros: a los seres humanos actualmente vivos y a los que han vivido hasta ahora. Su ignorancia es la nuestra...
ROBERT SAPHIRO "La impronta humana"